La atención de un adulto mayor puede significar una amplia gama de arreglos y ajustes en la vida diaria, tanto de quienes lo viven como de sus familiares o cuidadores. La edad y las enfermedades afectan distinto a cada persona; ya que todos envejecemos distinto, el nivel de atención necesario es diferente. Averiguar aquello que realmente se necesita puede ser muy difícil y estresante, sobre todo porque los responsables del cuidado también se enfrentan al desafío constante de equilibrar sus obligaciones y su vida.

Visión defectuosa, rodillas que rechinan, articulaciones artríticas, lapsos de memoria son algunas de las dolencias que pueden afectar a las personas por el solo paso del tiempo, incluso a aquellas que mantienen un estilo de vida saludable reconocen estos síntomas como parte de su envejecimiento. En algunos casos los problemas físicos o las enfermedades crónicas incrementaran la asistencia necesaria, llegando incluso a hacer que se necesite cuidado personal y ayuda para moverse. La adaptación a estos cambios silenciosos es todo un reto.

Falta de comunicación

Toda la familia se ve afectada por la angustia que sufre un familiar de edad avanzada ante los cambios que experimenta tales como el deterioro de la salud y la mudanza a una residencia de la tercera edad o a la casa de sus hijos. El problema es que muchas personas intentan resolver estos dilemas sin hablarlos primero y sin enterarse de las necesidades de las personas involucradas. Por lo tanto, una familia se puede sentir obligada a llevar al abuelo a su hogar después de su ataque cardíaco, sin antes preguntarle si preferiría un centro de vivienda asistida o una enfermera.

Los estudios muestran que la mayoría de las personas mayores prefieren vivir de forma independiente en vez de vivir con sus hijos. Las familias necesitan hablar con sinceridad sobre los posibles problemas de crear una familia multigeneracional antes de traer al hogar a un ser querido de edad avanzada.

Cómo evitar un cambio de roles

Generalmente, los conflictos en las familias multigeneracionales surgen debido a que los hijos adultos sienten que deben asumir la función de padres con la madre o el padre que vive con ellos. Los hijos adultos pueden convertirse en una fuente de apoyo emocional, financiero e incluso físico para sus padres, pero esto no significa que deban tratarlos como niños pequeños. Deberían aprender a ver a sus padres como individuos, no sólo como las personas que los criaron. También deberían reconocer que sus padres afrontan el deterioro de sus facultades, la muerte de antiguos amigos y familiares, además de otras pérdidas en sus vidas.

La importancia de la lectura en el adulto mayor

La actividad mental es primordial para mantener las funciones intelectuales en la tercera edad.

Un análisis representativo acerca de calidad, comprobó que leer es una medida protectora del bienestar mental de los adultos mayores ya que disminuye sus niveles de estrés, al observarse que la lectura opera como una herramienta que combate los sentimientos de ansiedad, angustia, soledad o nerviosismo.

Ser un lector frecuente también previene el deterioro cognitivo, porque requiere el ejercicio de distintas zonas del cerebro. Las asociaciones, la transformación de elementos lingüísticos, la comprensión de ideas y el funcionamiento de la memoria para mantener la información son funciones mentales que se utilizan al leer.

Asimismo, esta actividad también aporta flexibilidad. Un adulto mayor, por lo general, lleva una vida con una menor cantidad de estímulos externos, lo que genera un ensimismamiento y una percepción de que las preocupaciones personales son mucho más severas. De esta manera, la lectura entrega nuevos estímulos, donde las personas se ven inmersas en contextos planteados por el autor. De forma virtual, se conocen otras situaciones y formas de solucionar problemas.

Por otra parte, se promueve la creatividad y la imaginación ya que, a diferencia de la televisión, el producto debe procesarse. Las palabras están relacionadas a una imagen que puede ser diferente para cada lector.

La alimentación correcta en la vejez

Una alimentación equilibrada y sana es primordial para que el envejecimiento sea una etapa plena, conservando una buena calidad de vida.

La nutrición en la tercera edad es un aspecto crítico, ya que incide en su salud física y psicológica. Entre varios cambios graduales, las papilas gustativas van desapareciendo, lo que reduce la posibilidad de percibir los sabores, lo que deriva en la predilección por ciertos alimentos, pudiendo incrementar la ingesta de productos dulces o salados y, en consecuencia, tener una dieta poco saludable. Por otra parte, la merma en la sensación del gusto no permite disfrutar de la comida, lo que genera un consumo menor de alimentos.

La alimentación debe cambiarse manteniendo la facilidad al prepararla, procurando una buena presentación y que estimule el apetito del adulto mayor. Es importante mantener los horarios de las comidas, aun cuando es factible que, y según el estado nutricional del adulto mayor, pueda requerir más de cuatro comidas diarias. Por otra parte, las personas suelen reducir su tolerancia al volumen, por lo que se recomienda segmentar la cantidad del alimento para brindar las calorías requeridas.

Promover la independencia.

Teniendo en cuenta la importancia que tiene para toda persona mantener en su vida un grado adecuado de autonomía personal o, lo que es lo mismo, de control sobre las circunstancias de su vida cotidiana, queda claro que la pérdida de capacidad para llevar a cabo las actividades habituales esenciales, es una situación que afecta en gran medida al bienestar integral no sólo de la persona sino también de quienes la rodean, tanto por las implicaciones derivadas para ellos mismos como por lo traumático de la visión del declive de los seres queridos.

La dependencia acarrea, en esencia, dos consecuencias:

Un estado “anormal” para la persona, lo más probable es que la costumbre sea que se vea como una persona independiente que ha podido sortear su vida con cierta libertar y autonomía; lo que se traduce en frustración teniendo una visión negativa del estado actual afectando su bienestar emocional y, en consecuencia, física.

Es importante comprender que las dependencias no siempre son físicas; por pérdida de movilidad consecuencia de algún accidente casero, perdida de habilidades motrices, pérdida de visión, audición u otro. Existen también dependencias emocionales y psíquicas, las que precisan de mayor dedicación y comprensión por parte de los familiares.

Ante un estado de dependencia lo primordial es poder hacer una evaluación previa, con la finalidad de tomar las mejores decisiones; es necesario evaluar si la dependencia será temporal o definitiva, cuáles son las alternativas existentes para apoyar la recuperación, existe riesgo que se agrave, cuáles son los aspectos sensibles o críticos de su estado, etc.

Es importante y vital acudir a su médico tratante y exponer las medidas que como grupo familiar han tomado en pos de la mejoría y bienestar del adulto mayor, para que pueda brindar una mirada médica de la situación del paciente.